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LANDSCAPES

Sir Kenneth Clark, en su excelente ensayo “El arte del paisaje”, se muestra decididamente partidario de “el uso del paisaje como expresión de nuestras emociones”, y la obra de Marta Duran responde, sin lugar a dudas, a esa definición del profesor y crítico inglés, porque sus lienzos, estremecidos de luz y de color, lo que queda patente es su propia emoción ante la pincelada en un juego de ocres, de amarillos, de verdes y de azules, pleno de belleza y de sensibilidad. En el fondo de su quehacer subyace la imprescindible lección del oficio bien aprendido en los talleres de Pau Mañé y José Martínez Lozano, pero el rigor del dibujo y el equilibrio en la construcción esconden su presencia tras la gozosa espontaneidad de su creación pictórica. Un lenguaje que, como en su caso, solo se encuentra cuando el artista llega a su madurez creadora y pinta para sí mismo, sin pensar demasiado en los demás.

Marta Duran no exponía en Madrid desde 1995, y en este estacio de tiempo transcurrido ha aclarado su paleta y ha afirmado su dicción con un armonioso predominio de rosas y azules, que aumentan la impresión de levedad y delicadeza que siempre nos produce su pintura.

en esta equilibrada exposición que hoy nos ofrece, con claro protagonismo del paisaje, figura también algún bodegón traspasado de luz, abocetado y “desecho”, más emparentado con el expresionismo y la abstracción que con el eco impresionista que resuena en el fondo de sus lienzos de paisaje, y que nos permite asomarnos a otro posible camino, abierto como siempre por su sinceridad.

Francisco Lozano, el gran pintor valenciano, afirmaba hace ya algunos años: “pintar un paisaje es un acto de amor”. Así lo entiende también Marta Duran. Estoy seguro.

 

Mario Antolín Paz

Presidente de la Asociación Madrileña de Crítico de Arte

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